Comentario
Durante algún tiempo, las ciudades del sur de Mesopotamia no trabajaron el común estilo de los sellos cilíndricos de las últimas fases protohistóricas, cuyos ejemplares se difundieron, según se dijo, desde Irán hasta Siria y Egipto.
Sin embargo, sus influencias se dejaron sentir en la propia glíptica local, centrada en elaborarlos de acuerdo con tres temas decorativos fundamentales: los dibujos geométricos, las composiciones de lucha y las escenas de banquete.
En los primeros momentos del Dinástico Arcaico la superficie de los sellos, fabricados en diferentes clases de piedra, se decoró con dibujos de espigas en varios registros, rosetas en círculos, bandas formando arcos y losanges. Luego, en la zona del Diyala se creó un estilo de brocado en el que la superficie de los cilindros aparecía muy trabajada sin dejar apenas huecos, buscándose la pura decoración aun en detrimento del tema. La sucesión de figuras de animales, las rosetas encerradas en círculos, las bandas formando arcos o losanges, siempre bien entallados, originaban graciosas ondulaciones (varios ejemplares en el Museo de Iraq). También reprodujeron escenas de lucha, temática que les llegó de las ciudades del sur mesopotámico, en las cuales se había vuelto a retomar este argumento a partir del Dinástico Arcaico II, y que ya se había utilizado en períodos protohistóricos. En algunos sellos cilíndricos de Ur vemos a leones, dispuestos simétricamente, atacando animales; en otros aparece la misma escena, pero con la inclusión del hombre-toro, motivo que ahora se introduce por primera vez (ejemplares de Tell Agrab, de Shuruppak, de Ur). Esta misma temática sufrirá un cambio radical al incorporarse a ella la figura humana, según puede verse en un magnífico sello del Museo del Louvre (3,7 por 2,1 cm), con un héroe dominando a los leones.
En estas composiciones cada vez se buscaría más la plasticidad y la cohesión temática, dentro de su estilo lineal, originándose así multitud de escenas y motivos (defensa de rebaños, escenas cúlticas y mitológicas), sin olvidar los hombres-toro, los leones rampantes y el héroe desnudo entre animales, todo ello de enorme personalidad por su belleza formal y por lo ambiguo de sus argumentos.
Finalmente, en el Dinástico Arcaico III se abocaría a un mayor cuidado, si cabe, del dibujo y del tratamiento glíptico, a pesar del amontonamiento de las figuras, repetidas a veces en dos bandas. La visión frontal que quiso darse de algunos animales motivó el logro de mayores efectos plásticos, al modelarse con sumo cuidado. Un ejemplo puede verse en un magnífico sello de Ur (5,1 por 3,6 cm) del Museo de Iraq, en el cual se representa, probablemente, algún episodio de las gestas de Gilgamesh.
Al final del período las figuras se fueron alargando, originando así entrecruzamientos, lineales y compositivos, lo que actuó en detrimento de la armonía general del sello.
Muy interesantes fueron las escenas de banquete, de cuya temática nos han llegado variados ejemplares (Shuruppak, Lagash, Khafadye, Ur, etcétera), en las que se pueden aislar tres tipologías, dependiendo de si los participantes que aparecen son masculinos o femeninos, de si beben o no de un vaso grande a través de canutillos o de si comen de una mesa. El cilindro-sello de la reina Puabi, de lapislázuli, hallado en su tumba, presenta una de esas escenas.